martes, 7 de agosto de 2018

Balcón de Pineta y lago de Marboré


Al acceder al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido por el valle de Pineta nos encontramos con este impresionante circo de más de mil metros de desnivel por que el desciende, en espectaculares cascadas, el río Cinca.



Para remontar el circo hay que dejar el coche en la pradera de Pineta, recorrer un corto espacio  al lado del río, atravesar un tupido bosque y armarse de paciencia para subir por un sendero bastante marcado con apenas tramos llanos como el de la foto.



El esfuerzo es considerable dado el desnivel y la dureza del trazado, pero se compensa de sobra con la belleza del paisaje y el frescor que aportan torrentes, cascadas y restos de las nieves invernales, todo ello en medio del verde típico de los Pirineos.



Después de tres horas de constante subida, y más o menos alrededor de la cota 2.300, se entra en la zona del Embudo. En esta parte final el terreno se vuelve más vertical, el circo se cierra más y aflora la roca desnuda.



Esta es la parte final del Embudo vista desde arriba: son las famosas zetas que dan fe de la dureza de la ascensión.



Una vez superadas las zetas se recorre un corto tramo, un poco aéreo, por esta estrecha faja que te lleva directamente al Balcón de Pineta.



Balcón de Pineta, situado a 2.520 metros de altitud; uno de los mejores miradores de todo el Pirineo. Los 1.250 metros de desnivel que ha habido que salvar en un rudo trazado desde la pradera de Pineta, han merecido sobradamente la pena. En la foto se aprecian varios tresmiles: en sombra la pirámide de La Munia y a su izquierda el cresterío de Troumouse, y, en el centro y también en sombra, el Robiñera.



Desde el Balcón y mirando "hacia abajo" se contempla el espectáculo del antiguo valle glaciar, hoy recorrido por las aguas del Cinca. A la izquierda se aprecian las praderías de los Llanos de la Larri.



Y si la vista la dirigimos hacia el sudoeste, nos encontramos con otra visión grandiosa: la cara norte del Monte Perdido y el Cilindro, los dos  tresmiles más potentes de Ordesa. El glaciar del Perdido está tan cerca que se pueden ver las grietas. Desgraciadamente estas espectaculares lenguas de hielo parecen tener los días contados en los Pirineos.



Si queremos rematar la jornada montañera bastará con prolongar la marcha unos veinte minutos más por terreno más llano. Enseguida asomarán los Astazú (a la derecha de la foto), dos tresmiles difícilmente reconocibles desde este lado, pero muy típicos vistos desde Gavarnie.



Y debajo del Grand Astazu descansa el lago de Marboré. Situado a 2.595 metros duerme parcialmente helado aunque sea la primera semana de agosto.



Rompiendo el cresterío que cierra el lago por el norte se aprecia una brecha, la de Tucarroya. En ese estrechísimo paso, que da vistas al valle francés de Estaubé, se ubica un pequeño refugio abierto (en la foto se puede intuir en la zona de sombra) para una docena de personas que quieran aventurarse por estos agrestes parajes.



Y después de tanto tresmil, glaciares y salvajes paredes de roca, nos despedimos con la cara amable y bucólica de estas montañas: los lirios morados en medio del verde pirenaico.



lunes, 6 de agosto de 2018

Ascensión al Bistruey

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Iniciamos la marcha desde los 950 metros de altitud del bonito pueblo lebaniego de Cucayo.


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El Bistruey (la cumbre de la derecha) es un dosmil  enclavado en la parte más oriental de la comarca de Fuentes Carrionas. 




Los dos mil metros del Bistruey o pico Astruya representan una cima modesta comparada con otras vecinas de Fuentes Carrionas; pero su ubicación le confiere unas vistas privilegiadas. Ya, a mitad de camino, empieza a verse el Macizo Oriental de los Picos de Europa.




Y un poco más arriba  se contemplan a la perfección tanto el Oriental como el Central.




El camino se hace por pistas hasta llegar a los 1.700 metros del collado de Aruz que da vistas a Pineda. Desde allí hay que remontar los tres cientos metros finales de la pala oeste del Bistruey, fácil de andar ya que se pueden evitar todas las escobas, aunque bastante inclinada. Una lástima que hacia el norte se metiesen las nubes cuando llegamos a la cima.




Pero las vistas hacia el oeste eran inmejorables: Peña Prieta, con sus 2.539 metros, techo de la Cordillera Cantábrica.